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Aunque las primeras referencias del azúcar se remontan a casi 5.000 años, a España no llega hasta la Edad Media. Su expansión está ligada, como la de tantos otros productos, al avance de las conquistas y el devenir de la historia.
Hablar del azúcar es hablar de la remolacha azucarera y de la caña de azúcar. El cultivo y la extracción del azúcar de remolacha no se desarrolla hasta la época de Napoleón. La ruta de la caña ha sido siempre de Oriente a Occidente, desde el Indico al Mediterráneo y, finalmente, al Atlántico. Nació en Nueva Guinea y llegó hasta la India, desde donde se extendió a China y al Próximo Oriente. Fueron precisamente los indios los pioneros en probar su sabor.
Las primeras referencias históricas del azúcar, en el año 4.500 antes de Cristo, así nos lo demuestran. Mucho tiempo después, hacia el año 510 a.C., el azúcar llega hasta Persia donde los soldados del Rey Darío fascinados por sus propiedades la denominaban "esa caña que da miel sin necesidad de abejas".
Su desembarco en Europa se produce en el siglo IV antes de Cristo, a raíz de los viajes y conquistas de Alejandro Magno a través de Asia. Más tarde los griegos la dejan en herencia al Imperio Romano, que la denominará "sal de la India".
Con el descubrimiento de América se da inicio a la moderna historia del azúcar, una historia tristemente amarga para un producto que ha formado una parte fundamental de la vida de los seres humanos pero que con todo esconde una realidad en la que imperios y Estados se han enzarzado en una carrera vertiginosa por obtener un acceso privilegiado y continuo a este.
La humanidad conoce el azúcar de caña desde hace más de dos mil quinientos años pero su gran popularidad se debe a la expansión que adquirió su cultivo a partir del siglo XVI. El azúcar fue antes de extenderse y popularizarse, un producto enormemente apreciado y que frecuentemente se vendía a un precio cercano al del oro, no en los mercados, si no en las boticas.
William Dufty, escritor y nutricionista americano
Hablar del azúcar es hablar de la remolacha azucarera y de la caña de azúcar. El cultivo y la extracción del azúcar de remolacha no se desarrolla hasta la época de Napoleón. La ruta de la caña ha sido siempre de Oriente a Occidente, desde el Indico al Mediterráneo y, finalmente, al Atlántico. Nació en Nueva Guinea y llegó hasta la India, desde donde se extendió a China y al Próximo Oriente. Fueron precisamente los indios los pioneros en probar su sabor.
Las primeras referencias históricas del azúcar, en el año 4.500 antes de Cristo, así nos lo demuestran. Mucho tiempo después, hacia el año 510 a.C., el azúcar llega hasta Persia donde los soldados del Rey Darío fascinados por sus propiedades la denominaban "esa caña que da miel sin necesidad de abejas".
Su desembarco en Europa se produce en el siglo IV antes de Cristo, a raíz de los viajes y conquistas de Alejandro Magno a través de Asia. Más tarde los griegos la dejan en herencia al Imperio Romano, que la denominará "sal de la India".
Con el descubrimiento de América se da inicio a la moderna historia del azúcar, una historia tristemente amarga para un producto que ha formado una parte fundamental de la vida de los seres humanos pero que con todo esconde una realidad en la que imperios y Estados se han enzarzado en una carrera vertiginosa por obtener un acceso privilegiado y continuo a este.
La humanidad conoce el azúcar de caña desde hace más de dos mil quinientos años pero su gran popularidad se debe a la expansión que adquirió su cultivo a partir del siglo XVI. El azúcar fue antes de extenderse y popularizarse, un producto enormemente apreciado y que frecuentemente se vendía a un precio cercano al del oro, no en los mercados, si no en las boticas.
William Dufty, escritor y nutricionista americano
Tomado de : En ( en linea) http//www.idear.es/azucar/historia.htm